sábado, 30 de abril de 2011

Castigar al que engaña

La autocrítica es un camino que lleva directo a la mejora personal. A la excelecia, diría el Sr. Florentino. Abanderando este concepto uno avanza mas rápidamente. La perfección no existe. Pero que aburrido sería no?. Sin embargo,si uno sabe qué hace mal aprenderá antes qué tiene que mejorar.
Los últimos enfrentamientos entre Madrid-Barsa nos están descubriendo cuál será el camino del fútbol moderno. Nos está descubriendo un concepto futbolístico sin autocrítica donde uno siempre lo hace bien. Y la culpa es del árbitro.
Cada vez todo es mas complicado. Cada vez todo parece un enrevesado laberinto de decisiones encadenadas a ganar un partido y los entrenadores se agarran a hierro hirviendo para encontrar justificación.
Todo el mundo del fútbol descarga sobre el mas débil que es el árbitro. Nadie lo protege. Nadie acepta cual es su condición: la de ser humano. Y nadie cae en la cuenta de todo lo demás. Nadie se equivoca. Solo el árbitro.
Es inconcebible que se siga mirando al otro lado. Que se escondan los hechos. Que se adiestre así a los jugadores. Y me refiero a la dignidad del jugador, a su orgullo, a su profesionalidad. Por qué nadie castiga los engaños del jugador? Por qué los organismos Internacionales no entran en esos detalles? Por qué se destroza la imagen del árbitro cuando todos buscan engañarlo?. Por qué si no se roza a un jugador este se revuelca de dolor en el suelo? No es eso un elemento muy grave que hace de un deporte un teatro?. Es indigno que un jugador de fútbol profesional simule una agresión, una patada y con ello intenten desvirtuar el trabajo del árbitro.
Es mi reflexión. Y da igual el color de la camiseta que vistas.